Educación

Criminología ambiental

La criminología ambiental es un término que nos trae a la mente delitos contra el medio ambiente o delitos ecológicos (criminología verde). Con frecuencia este término es confundido, sin embargo no es lo mismo criminología ambiental o ecología del delito que delitos ecológicos, la cual hace referencia a los delitos contra el medio ambiente. La criminología ambiental es una rama de la criminología que busca entender en qué medida, el ambiente, el contexto u entorno puede promover una conducta antisocial. Esto abarca desde el diseño urbano hasta las condiciones climáticas que pueden inducir una mayor conducta delictiva en las personas.

La sustentabilidad es un término también de índole social, por ello en este artículo, saldremos por un momento de los factores ambientales vinculados a la naturaleza, y nos introduciremos en cuestiones sociales.

La criminología ambiental, evoluciona constantemente. No es una disciplina tan madura como sus pares y surge posterior al análisis de los principios básicos desarrollados para explicar la ecología del delito. El estrés ambiental, las condiciones sociales, el clima de un determinado lugar, la disponibilidad de espacios de recreación, la densidad de la población, los ruidos, exposición a olores fuertes, entre muchos factores, pueden estar relacionados con una mayor incidencia de delitos en un lugar. Es decir, el medio ambiente influye en la persona que comete un delito. Esto no es nada difícil de comprender tomando en cuenta que sabemos que el medio ambiente determina en cierta medida el comportamiento animal -y nosotros no estamos exentos-.

Criminología ambiental como disciplina

Cuando sentimos calor, hambre, estrés o enojo, reaccionamos de manera poco paciente y en ocasiones, hostil. Si carecemos de herramientas de autocontrol esto puede llevar a desencadenar situaciones de peligro incluyendo delitos o crímenes. Si a esto le sumamos más contexto, y evaluamos el crimen o la actividad delictiva desde el contexto hacia el individuo que comete el delito, estamos aplicando la criminología ambiental. Así, la criminología ambiental estudia el crimen o delito cometido desde un punto de vista diferente, una perspectiva donde convergen cuatro dimensiones: la dimensión legal, la dimensión del individuo que comete el delito, la dimensión espacio-temporal (lugar y tiempo o momento) y la dimensión de la víctima.

Un poco de historia

La criminología ambiental surge de la evolución de algunas teorías y modelos. En 1925, Park y Burgess plantean por primera vez el modelo concéntrico, explicando que existe una relación espacio temporal de los individuos y su entorno. Posteriormente en los años 40 se propone que la delincuencia juvenil está relacionada con la desorganización social en el modelo planteado por Shaw y Mckay. A partir de los años 70, se suscita que el diseño del espacio urbano influye en la incidencia de delitos. El libro de Jeffery publicado en 1971 (Crime Prevention Throug Enviromental Design (CPTED)) plantea la prevención de la delincuencia mediante el diseño del entorno. Un año después, Newman en su libro “espacio defendible” refuerza este planteamiento de Jeffrey y fortalecen la CPTED como herramienta clave en la planificación urbana contra el delito.

Pocos años después, nace una teoría que afirma que la interacción entre un individuo y su espacio físico determina el comportamiento del mismo ante diferentes situaciones, ocurriendo los llamados delitos de oportunidad (teoría de la oportunidad). Aquí por primera vez, se consideran las características ambientales como catalizadores o bloqueadores de las actividades delictivas. De esta manera en 1991 Brantingham y Brantingham, proponen que los delitos no ocurren por casualidad ni aleatoriedad. Existen lugares donde la probabilidad de ocurrencia de delitos es mayor que en otros, llamándose a esta teoría: teoría del patrón delictivo.

Partiendo de estas ideas, se conoce que el diseño ambiental es determinante para lograr espacios seguros. A partir de los aportes de Wortley y Mazzerolle en el 2008, se introducen dos términos: crimípetos y crimífugos. El primero hace referencia a lugares donde es más probable que ocurra un delito, y el segundo se refiere a espacios con poca probabilidad de ocurrencia de delitos.

Imagen de storyset en Freepik

Planificación urbana

Con base en la teoría del patrón delictivo, surgen lo que denominan mapas del delito y hot spots. Así, se pueden establecer patrones delictivos. La criminología ambiental busca establecer, definir y explicar esos patrones a fin de minimizar la ocurrencia de actividades delictivas, creándose los mapas del delito. De esta manera, a fin de alcanzar un planificación urbana que permita la creación de espacios crimífugos se emplean herramientas como CPTED. Así, se contemplan aspectos arquitectónicos, políticas sociales e intervenciones psicológicas individuales para reducir el delito. Además se ha sumado el uso de los sistemas de información geográfica (SIG) para el estudio del fenómeno delictivo a fin de mejorar la calidad de vida en las ciudades.

Criminología ambiental y SIG

El uso de la información geográfica ha sido fundamental para crear estos mapas del delito. Bases de datos con información geográfica y temporal de ocurrencia de actividades delictivas se cruzan, y permite a los especialistas analizar la información con el fin de actuar de forma organizada y muchas veces preventiva. Si un hecho tiene mayor ocurrencia en determinado momento o condición, es clave para actuar de forma preventiva. Por ejemplo, un estudio en España determinó que la violencia machista y denuncias aumentaba cuando perdía el Barça. Sin embargo, para lograr la correcta interpretación de esta información es necesario conocer a profundidad las teorías delictivas.

Miedo al delito

Naturalmente los lugares peligrosos nos producen miedo. Así, un barrio, zona residencial o cualquier urbe puede producir miedo o tranquilidad de acuerdo a la configuración de sus subsistemas que lo componen. La poca iluminación, ruidos, densidad poblacional, arquitectura, poca disponibilidad de espacios verdes, ausencia de cuerpos de seguridad, entre otros factores, pueden determinar lo que se conoce como miedo al delito. Esto, no es más que la reacción emocional que se desencadena en las personas al estar en ciertos lugares considerados peligrosos de acuerdo a su percepción. Esto ha sido probado incluso en espacios institucionales.

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Madrid, puso a prueba la hipótesis de que los niveles elevados de deterioro, refugio, así como las situaciones nocturnas se relacionan con mayor frecuencia de miedo al delito. Los resultaron mostraron que el deterioro ambiental, bajo la óptica de ausencia de poca presencia de defensores de los espacios y no de la marginalidad del lugar, explica las reacciones de miedo al delito en los espacios de la universidad. Asimismo ocurrió que la sensación de misterio del lugar -relacionado con espacios donde puedan ocurrir actividades delictivas (refugio)- , tiene un efecto sobre la percepción de miedo al delito en las personas.

Respecto a la nocturnidad (ausencia de actividad social, soledad) y presencia de personas con características de posibles ofensores, los resultados no fueron muy concluyentes, sugiriendo estudios con metodologías más precisas. Finalmente las conclusiones aseguran que algunos parámetros físicos del lugar pueden incrementar el miedo al delito en las personas.

Criminología ambiental y empresas

En un contexto laboral, la criminología ambiental también es importante. El contexto ambiental donde está ubicada la empresa o sucursal influye en la seguridad y en los controles que deben ser aplicados en esta. Entonces, se pueden aplicar medidas de seguridad específicas que se ajusten al contexto físico de la empresa y tomar acciones preventivas ante las actividades delictivas. En esta etapa, la evaluación de riesgos de todo tipo es fundamental para segurar la seguridad de los empleados y de la corporación. Brindar sensación de seguridad es clave para ofrecer mejores condiciones laborales y calidad de vida.

Deja un comentario